sábado, 4 de septiembre de 2010

Era



Lentamente en mis constancias
vuelvo al humo, a mi cigarro
me concentro, me atiborro, me incendio, me incinero
Soy vapor, humo
ascensión, escala, salto, vuelo
Estoy junto a las nubes
la Tierra es toda una y sus ribetes
sin embargo Dios es más alto que los días
más humano que el silencio
más monstruoso que la vida.
Aquí, flotando sobre el mundo
debajo de Dios que es, la misma altura
veo girar los días en su cuadrante
y siento mi suerte de pausa en la desgracia.
El viento me empuja, me arrastra por filosos riscos
se abren filas herrumbradas, las memorias se acantilan.
Y doy contra las rocas de las cimas
Y sangran mis narices, mis costillas, ambos brazos
Y veo entre los valles los cuerpos putrefactos de otros días
en nubes moscardón,
tendidos, deshilachados, ondulantes, agusanados,
sin la bendita sábana de tierra que debería cobijarlos
Repto en el aire, entre las cenizas de un volcán
ese bostezo de piedras y cristales
por entre los reflejos emerge su voz
se agiganta entre las luces vespertinas
se agita acompasada entre los ecos
me vuelvo a todos lados,
ya se ha ido.

Vuelo, sigo volando, diminuto, insignificante
en un paisaje que está chorreando sus colores,
acuarela que está vertiéndose en la melaza de la luz.
Me inmerjan las tinieblas, las nubes carbonilla
Alguien va conmigo
No supe su nombre, era muda, sigilosa
su cuerpo frío se cernió a mi costado
sus dientes castañeaban cada tanto
su melena, olorosa en jazmines
me fustigaba el rostro
Era, ahora me dicen, la Noche.
Me dejó, yo dormía,
cuando desperté no hallé consuelo
Esa misma mañana me creció esta ausencia.

Dios vuelve a agitar los dados
ahora el cielo se llama urbe
y las nubes, colectivos
¡Mi birome, mi cuaderno!
quiero anotar la crónica de mi vuelo,
quiero decir un último sueño
quiero decir la muerte
quiero decir silencio
pero no puedo, es tarde,
Ella ya se ha ido
y yo me he quedado,
me he quedado
mudo.

Dios vuelve a agitar los dados.

Pasa un día que no acaba,
un día sin tregua
un único día infinito en el que yago.

Es cierto, sí, ahora se cómo se llama
Nunca ha vuelto
Era, ¿por qué me lo recuerdan?
La Noche.

Vivo, no, apenas sobrevivo
confinado en este día
atrapado entre el alba y el ocaso
un día que crece y decrece como el mar
sobre costas de arenas y relojes
un sol que me arde desde el cielo
y nunca ceja
Un día que va y vuelve
que se hamaca en el tiempo
que pasa y nunca pasa
un día que alumbra hasta el hartazgo
me constriñe,
me deglute,
me deshuesa,
me devuelve.
un día que alcanza sus fronteras y regresa
y me regresa a esa mañana
esa mañana en que me creció esta ausencia.

Es cierto, sí, ahora sé cómo se llama
Nunca ha vuelto
Era, ¿para qué me lo recuerdan?
La noche.

2 comentarios:

gustavito show dijo...

este poema m re gusta! lo leiste en el ciclo no? tiene mucha energia!siento un cierto vertigo en la noche del mundo un abrazo grande!

gustavito show

Marcos A. Rodriguez Alemany dijo...

Que bueno que te guste Gusti, puedo confiar en tu sentido estético y tu criterio, siempre es un buen parámetro para lo que escribo. Gracuas loco