Se espuma y brota tras la férrea helada
con tal vehemencia innata y de tal suerte
que al arrogante paño de la muerte
le dicta su camino y retirada.
Es, en jardín de luz la enamorada,
él, trino ruiseñor que el alma vierte
del arpa en la garganta, por quererte,
al vuelo entre el verdor de la enramada.
Y todo Su mirada lo revierte,
sobre el tizón la llama susurrada
es nuevo sol de mayo cuando advierte
que Dios misericordia desatada
a aquella que fue flor mujer convierte
y en hombre a aquel que fuera un ave alada.