viernes, 3 de septiembre de 2010

Sospecho a tientas

Sospecho a tientas ciego las siluetas,
alcanzo con los dedos lazarillos
las sombras innombrables de los trillos
corriendo desatadas tras sus vetas.

Más luego me detengo en la hornacina
me inquieta, me desvela, me importuna:
Qué manto de impiedad, qué mar de luna
te esconde de mi alma que imagina.

A dónde van los versos cuando rezo
su prédica incurable y sus sonrisas,
¿acaso corren ellos tras la brisa
de sombras en las vetas de tu beso?

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