Series

SERIE 1

Lluvia – agua – nubes – árboles – calle – charco – ráfaga

Culpa
Lluvia, presente en sucesión, herencia de admistía, ciclo de agua que porfía desde las nubes en canto melancolía y espanto, árboles de fruta amarga, hacia la calle la savia llenando cuencos en charco, entre la ráfaga un barco hecha velas a la muerte.


Tristeza
Se agrieta en una mueca de dolor resplandecido, del desgarrado tejido mana la lluvia en torrentes, agua llenando las fuentes de la plaza entre las nubes, árboles como querubes sollozando la desgracia, junto a la calle que pasa entre charcos indolentes se apiada Dios de la gente barriéndolos de un soplido. Ráfaga.


Sin dueño
Lluvia, hilos de agua en la sutura abierta de la mañana rancia, árboles que se retuercen en estertores, escalofríos, calle en el delirio de una fiebre que está ganando la contienda, charco de sudor, últimas lágrimas, ya despeja, ya aclara, ráfaga que barre de hojas secas, que rasca el cuerpo sin vida, enroscado contra un macetero de la plaza.


Pastor
La lluvia hecha raíces, agua que surca en picada los opacos brillos de las nubes, los árboles se agitan mientras corren calle abajo, saltando de charco en charco, arreados por la ráfaga que intenta controlar la desbandada.


En el ring
La lluvia en el cuadrilátero desdentando la tierra a puñetazos de agua, afiebrada de hematomas y de nubes, bamboleante entre las cables y los árboles, ante la calle, que se agita y vocifera enardecida y profiere charcos en arenga, ráfagas de ira vitoreada por los ojos destellantes del empedrado.


Caballo
La lluvia galopando sobre la tierra con sus desherrados cascos de agua, con su montura de nubes, con sus botas de árboles. Calle de crines salpicadas al viento, charco en las narinas resollantes, ráfaga zaina sudando las veredas de la tarde.


Un pájaro en la urbe
Lluvia que crece a la vera de la plaza en los perdonados canteros que el ciudadano ha tenido a bien procurarles, esos espacios mínimos, donde y a pesar de su cautiverio canta la lluvia como un pájaro en su jaula, y aletea su agua emplumada ejercitando el músculo que ya no le servirá para volar, nubes que se arraigan a la tierra debajo del cemento empapado, los árboles que siguen lloviendo, la calle que refleja los relámpagos en un ojo sin párpado, el charco encausando a los autos que giran en la ráfaga dentro de las entrañas constreñidas del laberinto urbano.


No es lluvia
No es lluvia, es decir no esa idea acordada de las tildes que mojan. Es agua que discurre desde una altura incierta, desde ese grifo de nubes que alimenta los árboles, abre dique a la calle, amamanta aquel charco e intenta en la ráfaga cambiar su dirección, alcanzar los ojos sucios que la esperan, sucios ojos de vidrio bajo los toldos de la tarde.


Madre
Lluvia y agua claro, muy bonito. El vientre abandonado, las nubes. La nube que ha parido en un segundo plano, no es justo ¿verdad? Los familiares, esos árboles que se han arrancado por motus propio de la calle para venir a la clínica y juegan, detrás del cristal de la nursery, a descubrir cuál es el niño. Un charco aquí, otro allá, montones de charcos que duermen o gimotean y ya reflejan el mundo. Y las nubes en sus cuartos, olvidadas, en un segundo plano, barridas por la ráfaga de la novedad.


Infante
La lluvia con su agua desde las comisuras de las nubes babea los árboles, escupe la calle, inunda los huecos en charco. Y allí está ella, la ráfaga, limpiando el desastre como una mujer que barre en su rancho el piso de tierra.


Encuentro
Lluvia, abrazos, búsqueda del agua entre las bocas que se abren, nubes que acarician las pendientes, árboles, urdimbre de ramajes que se invocan, que se nombran, se susurran, se combaten. Calle hacia el encuentro, frase que es un charco de savia y de saliva, de hilos que se azoran en la ráfaga, de estertores, de palabras, viejas palabras, nunca dichas antes.


Vecinas
La lluvia trae a la lluvia, y el agua que resbala entre las grietas de las nubes. Llueve entre los árboles que se gritan frases, que comentan la sorpresa, el pronóstico fallido, que se espera de la tarde. De un lado al opuesto de la calle, distanciadas por un charco recién inaugurado, le dice la palmera a la acacia, ¡qué desastre! La acacia que se inclina, la ráfaga la empuja, se crispa y luego cae.



SERIE 2

Pasos – silencio – oscuridad – metáfora – surgimiento – palabras – brevedades

Oscuridad
Pasos que se pliegan a un silencio mentiroso. La oscuridad que rodea, que mana incluso de la bombilla, una metáfora de lo negro, el surgimiento de un sonido, de palabras que ruedan por el estrecho sendero de la garganta hacia el estómago, esperanza de algo bueno, brevedades, burbujas que se pierden en la noche.


Silencio
Pasos que no doy hacia el reencuentro. Un silencio hermanado con la soledad. Una oscuridad de sentimientos, una metáfora del cobarde. El surgimiento de palabras, brevedades que quieren contraatacar la oscuridad con sus culitos luciérnaga.


Represa
Pasos clavándose en compás. Miles de pasos taconean. Silencio surcado por la oscuridad destellante de las botas y al unísono, pasos. Metáfora de un solo cuerpo que camina, marcha el ejército. Surgimiento de una punzante letanía. No hay palabras. Silencio, brevedades, pasos.


Recóndito
Las huellas de los pretéritos pasos, un silencio submarino, una oscuridad de abismo, una metáfora de lo remoto en el surgimiento ingrávido, sutil, de las palabras, viejas palabras, sombras incompletas, fragmentos, brevedades, liturgias incendiarias, viajando por las huellas de los pretéritos pasos, hasta el presente, ese lugar inaudito, detrás de la esquina.


Descrédito
Pasan los pasos, pasa el silencio, pasa la oscuridad, la metáfora, el surgimiento de algo indefinido, osado, inclinado hacia un tal vez… palabras, rincones polvorientos, bañados por la luz, negra luz del tiempo, brevedades, como telas de araña que se encrespan en el fondo de un ropero.



SERIE 3

Otoño – ramas –perdí – perfume – flor – fuego – estrellas – apagándose

Distancia
Otoño, ramas desnudas rasguñan el rostro del frío. Perdí la llama de mi fósforo en un manotazo del viento. Me llega el perfume de una flor como un fuego lejano que ha viajado inmensidades desde las estrellas, estrellas que brillan y están en su rincón del tiempo, tal vez ya apagándose.


Recuerdo
Es otoño, veo ramas, ese lugar común de la estación del viento. Perdí mi boleto pero sigo en este tren. Por la ventanilla abierta se cuela el perfume de una flor de cardo y se pasea por el vagón como el fuego de las estrellas en la inmensidad del espacio, apagándose, lentamente, apagándose.


Ramas
Es otoño, ramas en desuso, laberintos de un cielo que se arrastra en el frío. Perdí, como ellas, las tiernas piezas de mi boca. Antes, como ellas, se tornaron oscuras, horadadas, quebradizas. A mi hubo de arrancármelas al fin mi odontólogo, a ellas el suyo, este viento. Ni el perfume ha quedado de esa flor que se habría bajo las narices. Solo hay ramas, ramas en desuso, destinadas al fuego, al hogar mascullante, a la chimenea, al humo, a las estrellas que irán a su paso, apagándose. Cielo de ausencias, boca sin dientes, y ramas, ramas en desuso.


Pérdida
Otoño que oscurece las hojas, que despoja a las ramas. Perdí el perfume de esa flor entre el gélido fuego de un viento rasante. Perdí el perfume de esa flor como el día a las estrellas. Lejana, apagándose, va el amor de mi vida.



SERIE 4

Encendiéndose – flor – milagro – brisa – alegrarse – sentir – oír – agua


Muda invocación
Encendiéndose, ya al borde de ser humo, el cigarro es una flor de ansiedades, un milagro para el vicio. Cilindrado entre su brisa disoluta en humo blanco hay que alegrarse de tanto sentir la boca empastada, se puede oír invocada al agua que en otro estado es nube de su costado desmigajar del incienso, agua de humo en el viento que sube y difuminada, poco a poco se declara, olor, recuerdo, silencio.


Paz
Encendiéndose otra vez la Tierra en flor, milagro de la estrella más cercana, sol que brisa de luz la mañana, sobre la infancia del día. No da pena alegrarse ante este sol matutino, sentir su fuego divino que retoña en la alborada, oír y no oír nada mas que al agua en su camino.



SERIE 5

Avanzando – inquieto – ruido – brevedades – ir – viene – brisa – simulaciones


Inquieto en la tormenta
Avanzo, voy de prisa, inquieto a mis piernas sorprendidas, hago el ruido de chancletas concebidas bajo el arco de mis plantas galopando. Entre tanto, hay brevedades que se filtran por resquicios de cortinas empapadas, al ir viene la tormenta consagrada a la ventana en mil azotes. Brisa el cielo sobre mi casa simulaciones, Apocalipsis, cascos, jinetes, envistes, minuto cero, demencia.


El huesped
1- Avanzo, me entrometo, inquieto en las narices mi bostezo, soy ruido estridente en erupciones, escalofríos, brevedades, expectoraciones, soy mi consecuencia en este cuerpo, mi guarida. Al ir la fiebre en la fría frente de mi hogar, me viene un antigripal, la cicuta que me ataca, me viene sin miramientos, me ataca ya sin demora, brisa de muerte me exhorta a abandonar mi morada. O morirme o no ser nada, me hallo ante estos destinos, si me preguntan que opino, yo lo echaría a la suerte.


2 - Ya no avanzo, ya no inquieto, acaso soy moco reseco, soy esa cara paspada, del ruido tan solo un eco, ni siquiera brevedades. Al ir por estas ciudades, autopistas farmacéuticas, me viene en calamidades, siempre en muerte, las recetas. Brisa mi toque de queda y el llamado inoportuno, me desprendo de este uno y soy en otros resfrío, simulaciones de ahogo.


Canto
A - Avanzo sobre la playa inquieto de yodo espuma, soy el ruido de la luna, su ronquido lastimero, en brevedades que espero pueda enfrentar al silencio, bato arenas contra el viento en un silbido cortante, de luz que viene asonante en el óleo de amarillos soy entre dunas los grillos y entre los grillos su vos, lleva la brisa en su hoz los timbres de mi garganta, simulaciones de cuanta cosa sonido profiera, es de noche primavera, vos el color y yo el canto.


B - Avanzo sobre la playa balbuciendo entre la espuma, soy el rumiar de la luna, su masticar lastimero, en brevedades que espero ir matando los silencios, cargo de arenas los vientos en un siseo cortante, de luz y cera chorreante derretida en amarillos soy entre dunas los grillos y entre los grillos su canto, lleva la brisa en su manto los timbres de mi garganta, simulaciones de cuanta cosa profiera sonido, es de noche primavera, vos despierta y yo contigo.



SERIE 6

Luna – dedos – paredes –opacidades – desatendí – gente – oleajes


Sin faro
Sobre el rostro extenuado de la luna se lee la violencia de unos dedos. Los pliegues de su vestimenta caen como paredes hacia la tierra y acaban en opacidades de sandalia. La ciudad se retuerce en la epilepsia de su insomnio. La luna con la mirada perdida como quien atiende otras visiones más urgentes o acaso más entretenidas, como quien escapa a la rutina. La luna está viendo otra cosa, no sus pies, no la Tierra ni mucho menos esa micosis de humanos. Desatendí su imagen pensando que era inútil como guía, la luna que estaba y que no estaba, podía ser una luna pasada que alguien por error no descolgó del escenario. Me perdí entre la gente, ese oleaje incansable rompiendo contra las veredas.


Tregua
La luna hecha dedos como raíces los helechos. Hebras y opacidades hilan un fino tejido de musgo en bruma. Desatendí el hecho contundente de la noche, no en su llamado hacia el sueño, sí en su evocación de la muerte y dormí, como duerme la gente bajo el oleaje trémulo de los párpados.


Terrenal
La luna entre los dedos que la sostienen en el techo de este cielo. Opacidades, lentejas, pequeñas garrapatas, que se hartan de sangre azul, casi negra, la rodean. Desatendí los vastos confines del espacio para atarme los zapatos. En el charco, cara llena, la luna se ahoga sin dar pelea, como esa gente que resigna su dignidad después de un festín y deja escapar oleajes, blasfemias, nubes de ojo, pandemias, picores, ajíes, gangrenas.


Tus ojos
La luna escarba con sus dedos encerados las recónditas narices de la Tierra. Embarra opacidades, se inmerge en las orejas, aplasta los cabellos, se posa en la ojeras. Desatendí su intención escandalosa de hacernos los pasteles de su tela y descolgándome del marco de la noche me vine aquí, a los límpidos campos de tus ojos, donde no hay gente inoportuna, ni clientes, ni choferes, ni peatones, ni enfermeras, tan solo estos campos, los verdes prados de tus ojos, el oleaje y la rivera.


Yago
Hacia la luna los crispados dedos de los árboles. Opacidades que crecen dentro de la luz macilenta como las uñas de los muertos. Desatendí el bullicio, la gente en cantinela, los oleajes y mareas en las voces que pelean y me quedé tendido en al noche, en la noche de madera.



SERIE 7


Lento – creciente – relampagueo – música – jardín –mesa – escuché


Serenata
Lento en la creciente oscuridad del día, detrás de un breve relámpago, comienza la serenata, una música de gotas en el jardín que se empapa, la mesa reelabora sus arabescos de hierro bajo la caricia helada de la llovizna. Escuché por un momento el compás de su pisada. Rasga sus dedos la lluvia sobre la tarde guitarra.


Fatalidad
Lento pero sin pausa el cielo ya no cabe en su cincha. No hay llanto, no hay quejas, solo un lento pero sin pausa que crece en las vejigas aladas. Un tajo desgarra el vientre amoratado. La música salta, vibra su suerte de púa en el vinilo sucio de la tarde, la tarde que gira, diagonal, descentrada, cae sobre la mesa, la ablanda, la oxida. La mesa tiene una pata succionada entre los charcos, se revuelve en arabescos de hierro, se debate por salvarse. Escuché, lento pero sin pausa, como se hundía la bestia forjada, lento pero sin pausa se hundía, lento pero sin pausa la bestia, sin pausa se hundía, sin pausa en la tierra, sin pausa en el agua, lento, pero sin pausa.


Encallado
Lento en el creciente aguacero el humo del cigarro regresa hacia las nubes, recorre inversamente la caída de la tarde. Un flash, relampagueo en la ventana, captura el movimiento y lo repite. El humo es una cuerda relajada que cae del cigarro hacia la altura, la altura está en el yeso macilento y la penumbra. Hay música en la radio, música atrapada en la pecera en la que fumo. Detrás del cristal el jardín se ahoga en el telón de la noche. La mesa en la que escribo está varada, sujeta de este muelle, boyando entre la luz de una bombilla. Escuché, más allá de este recinto como ladraba el mar enfurecido a la tormenta.



SERIE 8

Vidrio – borroso – relampagueo – temblor – insistencias – huellas – rechacé – hojas – muda


Escape
Vidrio borroso, empañado, sudario, relampagueo de temblor, escalofrío, insistencias de un humor enmohecido, huellas del cansancio en su muestrario de ventana. Rechacé las galletitas, mastiqué mate y tabaco devenido en humo. Dejé en las hojas muda de recambio, una valija con dos flores, un calzón, la lapicera, un libro, mejor tres, un atado de cilindros, una gorra sin visera, y me avine al sur, a este hemisferio gitano entre los vientos australes de mi tierra.


Capitalismo y rutina
Convengamos que en el vidrio no estaba la prosodia, por eso mi borroso escenario se dibuja en un relampagueo sin mayas ni clavijas. Las cosas estaban ahí, como siempre en tránsito, el temblor estepario de las calles que giran, insistencia de autos, transeúntes, comercios homicidas que venden las huellas propaganda. Rechacé la parodia, las transidas hojas de ruta, los triíllos asfálticos. La avenida era un río, camalotes traían en su lomo a la gente de su casa al trabajo. Muda la vista, hombres y mujeres corrían por las riveras como juncos aserrados por el viento. Una prisa de otoño, de mañana sin tregua, de girar en la niebla, de corcet, de rutina, de broyet ciudadana ensartada en el dia circulaba.


Agua caliente
En el vidrio de burbujas atrapadas, en el baño que me abraza borroso de vapores, se cuela descolgado por la mínima ventana un relámpago. Me asalta de temblor el agua fría, insistencia en las huellas de la lluvia que me llega desde el grifo diagonal en regadera. Rechacé la impostura de quien no hubo contemplado que me baño, ¡la canilla! grité desconsolado. Volvió el agua con su aliento, hojas de un capítulo resfriado quedaron en suspenso. Muda en la acción la respuesta devolvió el temple a mi cuerpo y aquí sigo, bajo el agua, disfrutando de mi ducha agua caliente.