jueves, 11 de noviembre de 2010

Zaino

Es apenas un susurro,
viene de lejos
de dentro de este mar
henchido en el pampero
recorriendo las distancias de este llano
Es un golpe que repite
los espacios intermedios del silencio.

La tormenta ya es pasado
ha dejado su silueta de humedad
sobre la tierra
y este viento
que corre a sus espaldas

Saltando los rieles alambrados
hundiendo sus huellas
en esta tierra florecida
al trote acompasado en el aroma de los cardos
viene hacia mi
Aunque yo no lo veo
se
que está viniendo

La tormenta se aleja
fugitiva en la noche
como un bandido
que dispara al aire
por sobre su hombro
y estos casco que me llegan
desde lejos
que me rozan las orejas
que cimbran el aire helado
como una lluvia de piedras.

Lo veo ahora
estamos frente a frente
bajo la nueva luz
de la vieja luna
Resopla
Corcovea
Relincha
Cabecea
y deja que mi mano
le acaricie el hocico

Nos vamos juntos,
de nuevo juntos
montando las horas que nos quedan
tras la mañana
que tal vez nunca llegue.

Y la noche que masca
su puñado de grillos
nos ve pasar a tranco lento.
A perdigones, el cielo
amaga unas estrellas
que vuelven a ocultarse.
Sale y se esconde la luna
entre los matorrales,
y asi nosotros,
andando bajo este cielo intermitente
rumbiamos pa el rancho
y
aunque no sepamos
a ciencia cierta
adonde nos queda
sentimos su llamado.
Vamos ovillando su vos de adobe
sus olores a leña
el comedero del negro
los negros rizos de la Elena
No vemos el techo
ni el árbol
ni el portón
pero están ahí
clavados en la noche
como estas estrellas parpadeantes
como esta luna que refleja
los ojos de mi china
la cuna de María
la cola sacudiéndose del Pinta
el potrero de mi zaino, bayo,
bajo la ardiente luz
de la querencia.

No hay comentarios: